El hombre místico del corazón es aquel que se hace presente cuando en ese lugar (el corazón) moran todos los sentidos y estados espirituales virtuosos. Detente a observar todos esos estados y sentimientos y verás la imagen del “hombre místico del corazón”. He aquí estos estados espirituales: “Su Divino poder nos concedió todo lo necesario para la vida y la piedad”, escribe San Pedro, para pedirnos: “poned el mayor empeño en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento la templanza, a la templanza la tenacidad, a la tenacidad la piedad, a la piedad el amor fraterno, al amor fraterno la caridad” (II Pedro 1, 5-7).

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Editura Sophia, București, 1999, p .17)