Palabras de espiritualidad

El ícono de la Madre del Señor conocido como “Inesperada alegría”

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

A este bello ícono ruso se le atribuyen incontables milagros de sanación, tanto de enfermedades físicas como psíquicas, así como por ayudar a apartar las tristezas y socorrer a quienes se hallan sometidos por las pasiones del cuerpo.

El ícono de la Madre del Señor llamado “Inesperada alegría”, es celebrado el 9 de diciembre, el 25 de enero y el 1 de mayo. Fue pintado para recordar un milagro ocurrido ante otro ícono de la Madre de Dios.

Se trata de joven que era dominado por una grave pasión carnal, pero que también tenía una enorme devoción por la Madre del Señor. Un día, acudió a la iglesia a orar ante el ícono de la Madre del Señor, a sabiendas de que más tarde volvería a pecar. Al terminar su oración, levantó la mirada y pudo ver que de las manos y los pies del Niño Jesús, en el ícono de la Virgen, brotaban hilos de sangre. Observando con más atención, notó que también el rostro de la Madre del Señor parecía moverse, como si tuviera vida.

Aterrorizado por lo que veía, el muchacho exclamó: “¿Quién te hizo eso, Santísima Madre?”. Entonces, la Madre del Señor, desde el ícono, le respondió: “Tú y todos los demás pecadores, quienes, con vuestras faltas, crucificáis nuevamente a mi Hijo”.

Espabilando y reconociendo su terrible estado de pecador, el joven empezó a invocar la misericordia de Señor Jesucristo y de la Madre de Dios, con oraciones fervientes y llenas de lágrimas: “¡Oh, Señora, que mis faltas no sobrepasen tu incomparable bondad! Tú eres la esperanza de los pecadores. ¡Pídele a tu Hijo que venga en mi auxilio!”.

La Madre del Señor, entonces, dirigió dos veces una oración al Niño Jesús, pero Éste permaneció inmutable. Instantes después, y ante las constantes plegarias de Su Madre, respondió: “Cumpliré con tus peticiones. Por tus oraciones, los pecados de este hombre han sido perdonados. Déjalo, Madre, para que en señal de perdón venga y bese Mis heridas”.

El muchacho, entre asombrado y conmovido, habiendo sido testigo de la infinita piedad de la Madre del Señor, se levantó y besó las heridas de nuestro Señor con un gozo indescriptible. Desde aquel momento, cambió su vida a una de pureza y devoción. Había recibido la inesperada alegría del perdón de sus pecados.

Este milagro fue consignado por San Demetrio de Rostov en su libro “Vellocino del rocío celestial”. Un creyente, lleno de inspiración, pintó el ícono de la Madre del Señor “Inesperada alegría”, de la siguiente forma: el ícono de la Madre del Señor se halla en la iglesia, y junto a él aparece pintado un joven orando arrodillado. La Santísima Madre de Dios tiene su mirada dirigida hacia el muchacho, en tanto que el Niño Jesús es representado con heridas en Sus manos y pies. Al pie del ícono aparecen las primeras palabras del relato: “Hubo una vez un joven pecador...”.

A este bello ícono ruso se le atribuyen incontables milagros de sanación, tanto de enfermedades físicas como psíquicas, así como por ayudar a apartar las tristezas y socorrer a quienes se hallan sometidos por las pasiones del cuerpo.