Palabras de espiritualidad

El maligno le teme al hombre que es capaz de dominar su ira

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

El maligno no le teme tanto al que lo expulsa y aleja de otra persona, como de aquel que sabe controlar su ira y evita enojarse.

Esta oración avergüenza al maligno y nos da valor. Avergüenza al maligno y lo hace ceder.

Porque el demonio no le teme tanto al que lo expulsa y aleja de otra persona, como al que sabe controlar su ira y evita enojarse, porque el demonio de la ira es terrible y esos a los que domina sufren más que si estuvieran poseídos. Porque al que está poseído, el maligno no lo arroja al infierno; pero la ira y el recuerdo del mal sufrido alejan a la persona del Reino de los Cielos. Si corregimos, así, nuestra oración, podremos hablarle a Dios con valor, “Escucha mi oración”. De esta manera, no sólo te estarás ayudando, preparando la senda de tu oración, sino que también alegrarás a Dios, pidiéndole algo digno de Sus mandamientos. Y, por eso, te recibirá fácilmente, como se corresponde al vínculo existente con Él. Porque todo esto demuestra lo que es inherente a los hijos de Dios. "Sean misericordiosos, así como su Padre celestial es misericordioso". Y, nuevamente, "Oren por los que los insultan y los persiguen, sean semejantes a su Padre que está en los Cielos".

¿Con qué cosa podemos comparar tal forma de oración? No con los ángeles, ni con los arcángeles, sino con el Mismo rey nos hacemos semejantes. Y el que es semejante al Rey, tan sólo piénsalo, ¡cuánto derecho tiene al orar!

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de AurOmilii la Psalmi, Editura Doxologia, Iași, 2011, p. 35)



 

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