El medicamento que nos renueva por completo
Su misma Sangre es derramada en las venas de los corazones de quienes comulgan, haciendo que en su interior brote la misma vida del Señor.
Si alguien, estando enfermo, pide el consuelo divino, Dios Mismo no solamente viene a él para conocer su enfermedad con Sus propios ojos y sanarle con Su mano, sino que también (Dios) se vuelve el medicamento y el alimento necesarios, y hace todo para que la persona se recupere. Cuando se trata de la renovación de nuestro ser, el Señor nos presta de Su misma esencia, de Su propio cuerpo, y repara todo lo que está dañado dentro de nosotros, reemplazándolo con lo que es Suyo.
Para esta restauración no utiliza la misma materia, usada en la primera creación, porque entonces Dios utilizó la arcilla de la tierra: ahora ofrece Su propio Cuerpo, y con esta renovación no solamente repara la enfermedad de nuestra alma, haciéndola más buena, sino que Su misma Sangre es derramada en las venas de los corazones de quienes comulgan, haciendo que en su interior brote la misma vida del Señor.
(Traducido de: Sfântul Nicolae Cabasila, Despre viața în Hristos, Editura Institului Biblic și de Misiune Ortodoxă, p. 139)