El milagro más grande que podría experimentar el hombre
La fe beatífica nos lleva de este mundo creado al otro, eterno, arrojando un puente sobre el abismo que hay entre Dios y el hombre. Y si el hombre da muestras de tal forma de fe, entonces, ciertamente, alcanzará la costa del amor, porque Dios es amor.
“Esperanza más allá de cualquier esperanza”. Esta es la definición de la fe que nos lleva a superar incluso esos obstáculos que antes nos parecían insalvables. Semejante forma de fe une todos los pensamientos y las fuerzas de nuestro corazón, para vencer todas las aflicciones y para la realización de un propósito único: que luchemos hasta la muerte para vencer cualquier obstáculo, con la ayuda de Dios. Y debemos vencerlos, porque de ello depende nuestra salvación.
El corazón del hombre se asemeja a un apretado nudo, en el cual se aglomera su ser entero; pero él deja todo en manos de la misericordia de Dios. Y así como dice el Apóstol Pablo, al hablar de Abraham, de esta manera comenzamos a creer con esperanza en contra de cualquier otra esperanza. Creemos que Dios “puede sacar hijos de Abraham” (Mateo 3, 9) y que para Él “todo es posible” (Mateo 19, 26). Gradualmente, nos preparamos para asumir incluso aquel terrible salto de fe que vence a la muerte.
La fe beatífica nos lleva de este mundo creado al otro, eterno, arrojando un puente sobre el abismo que hay entre Dios y el hombre. Y si el hombre da muestras de tal forma de fe, entonces, ciertamente, alcanzará la costa del amor, porque Dios es amor. Su vida temporal se unirá con la vida eterna de Dios, y este es el milagro más grande que puede vivir el hombre: el Señor lo hace digno de unirse, por la gracia, con Su propia Vida divina.
(Traducido de: Arhimandrit Zaharia Zaharou, Adu-ţi aminte de dragostea cea dintâi (Apocalipsa 2, 4-5) – Cele trei perioade ale vieţii duhovniceşti în teologia Părintelui Sofronie, Editura Doxologia, Iaşi, 2015, p. 26)