“Antes de la caída están los malos pensamientos” (Proverbios 16, 18). En otras palabras, esto significa que, si no permites que los malos pensamientos entren en tu mente, no tienes por qué sentir miedo a caer. Y, con todo, ¿qué es lo que más descuidamos? Nuestros pensamientos. Dejamos que vengan, se vayan y vuelvan, y ni se nos ocurre intentar detenerlos o corregirlos con otros más virtuosos.

En esta agitación interior, el enemigo siempre termina entrometiéndose, inoculando la maldad en nuestro corazón, engañándolo e inclinándolo hacia distintas perversiones. Y, sin darnos cuenta, nosotros aceptamos y nos mostramos listos para obrar el mal en cualquier momento.

Cuando esto sucede, lo que nos queda hacer es o aceptar ese mal y cumplir con sus dictados, o luchar en contra suya. El problema es que nadie elige hacer esto último, sino que todos bajan la cabeza y siguen al maligno, como si estuvieran atados de pies y manos...

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Editura Sophia, București, pp. 52-53)