Palabras de espiritualidad

El mundo moderno nos lleva a volvernos impacientes

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Hemos transformado el Reino de Dios en un fast-food de segunda mano, en nuestro afán de encontrar todo ya listo. Pero con Dios las cosas no son así.

Creo en los valores de la paciencia a orillas del Reino. Tristemente, algunos entienden que recostarte a un lado del huerto recién sembrado significa “dormirte en tus laureles”, quedarte inactivo. Se trata de un descanso, sí, pero en el sentido que Dios Mismo le da, Quien también descansó al terminar de crear todo, tomándose un Sabbat en el séptimo día. Estamos hablando de un descanso creador. Un descanso que funciona todo el tiempo y crece en paciencia.

Es, por ejemplo, el descanso de los padres al saber que sus pequeños hijos duermen ya en su habitación, y que, finalmente, después de apagar las luces de toda la casa, se sientan y respiran alviados, dispuestos a reponerse después de un día ajetreado. O el descanso del padre que espera que su hijo crezca, o de la madre que espera que su hija crezca, o, todavía más, el descanso del adulto que espera llegar a ser abuelo.

Pero esto no significa quedarse inactivo, sino educar, formar y criar a los hijos en todos los valores necesarios para que, cuando le corresponda encontrarse con la “nueva generación”, se sienta dispuesto a enseñarles a esperar pacientemente convertirse en una “nueva generación” en la familia.

Creo que este es uno de los mayores dramas del mundo moderno: no somos pacientes. Hemos transformado el Reino de Dios en un fast-food de segunda mano, en nuestro afán de encontrar todo ya listo. Pero con Dios las cosas no son así.

(Traducido de: Părintele Constantin NeculaAlexandru Rusu, Farmacia de cuvinte, Editura Agnos, Sibiu, 2014, p. 141)