No es pecado lo que se hace por acción de nuestra naturaleza, sino el mal que obramos por elección voluntaria. No es pecado comer, sino comer sin ser agradecidos, sin medida y sin templanza. Porque es tu deber mantener con vida tu cuerpo, pero sin ningún mal pensamiento.

No es pecado ver con candidez a los demás, sino ver con con envidia, con soberbia. No es pecado no poder controlar la lengua al agradecer y al orar, pero es pecado hablar mal de otros.

Es pecado que tus manos no obren la caridad, pero sí es pecado usarlas para matar o arrebatar la libertad a tu semejante. Y, así, cada uno de nuestros miembros peca, cuando, por libre elección y en contra de la voluntad de Dios, comete el mal en vez de hacer el bien.

(Traducido de: Sfântul Antonie cel Mare, Învățături despre viața morală, traducere de Pr. Prof. Dumitru Stăniloae, în Filocalia, vol. I, Sibiu, 1947, p. 14)