Palabras de espiritualidad

El perfecto amor de la Madre del Señor

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Su amor era perfecto. Ella amaba inmensamente a Dios y a Su hijo, pero también amaba a su pueblo.

Cuando el alma se halla en el amor de Dios, todo es bueno, agradable y gozoso. No obstante, también en el amor de Dios hay tristezas: mientras más grande es el amor, más grandes son estas. La Madre del Señor nunca pecó, ni siquiera con un solo pensamiento, nunca perdió la gracia de Dios. Empero, ¡qué tristezas tan grandes tuvo que sufrir! Al pie de la cruz, su congoja era tan inmensa como un océano, y los tormentos de su alma indescriptiblemente más profundos que los de Adán al ser expulsado del Paraíso, porque también su amor era insondablemente más profundo que el amor de Adán en el Paraíso. Y si pudo sobrevivir a semejante dolor, fue porque el poder de Dios la fortaleció, ya que el Señor quiso que también ella viera Su resurrección y, después de Su ascensión, ayudara a confortar a los apóstoles y al nuevo pueblo cristiano.

Nosotros no alcanzamos la plenitud del amor de la Madre del Señor: por eso somos incapaces de entender completamente su tristeza. Su amor era perfecto. Ella amaba inmensamente a Dios y a Su hijo, pero también amaba a su pueblo. ¿Y qué cosas no vivió ella, cuando esos a quienes amaba y a quienes quería ver salvos, crucificaron a su Hijo muy amado? No lo podemos entender, porque el amor a Dios y a los demás es muy pequeño en nosotros.

(Traducido de: Sfântul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smereniei, Editura Deisis, 2001, p. 171)