Palabras de espiritualidad

El peso de nuestra voluntad al pecar

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Que el pecado es como un sueño, lo entendemos desde las palabras del Señor, cuando dice que quien mira con lujuria a una mujer ya ha pecado con ella. 

Hoy, mientras barría las hojas en el huerto, me puse a pensar que el pecado no es nada. Es como un sueño, el cual, cuando te despiertas, se ha desvanecido. De hecho, que el pecado es como un sueño lo entendemos desde las palabras del Señor, cuando dice que quien mira con lujuria a una mujer ya ha pecado con ella. Ciertamente, son palabras muy difíciles de entender, más de lo que parecen, por eso es que ni siquiera las encontramos en el Antiguo Testamento. Creo que, con estas palabras, nuestro Señor nos dice no solamente que no hay ninguna diferencia entre el pecado con nuestros actos y el pecado de pensamiento, sino que, en general, el pecado no tiene ningún peso en sí mismo, porque lo único que cuenta es la voluntad del hombre. Estas palabras las dijo Cristo, porque solamente Él podía y tenía el conocimiento necesario para pronunciarlas. Al igual que los judíos, también los cristianos de hoy enumeran los pecados, los clasifican, sin entender el misterio de la salvación que se obra por medio de Cristo. A los pueblos de antes, hasta la venida de Cristo, no se les podía decir esto, pero nosotros, hoy en día, sí lo podemos recibir, si tenemos fe y, ante todo, humildad.

(Traducido de: Ieromonah Savatie Baştovoi, Dragostea care ne sminteşte, Editura Marineasa, Timişoara, 2003, pp. 128-129)