La Cruz está en Cristo y Cristo está en la Cruz.

La Cruz representa a Cristo, el Hijo de Dios, crucificado. Por eso, hasta la sombra de la Señal de la Cruz asusta a los demonios, como signo del mismísimo Cristo, como la sombra misma de Quien fuera crucificado sobre ella.

Por eso, introducir la Cruz en el agua para santificarla es una cosa extraordinariamente importante, porque hace que el agua adquiera una gran fuerza sanadora y el poder de ahuyentar a los demonios.

(Traducido de: Sfântul Ioan din Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, București, 2005, p. 302)