El amor te muestra a tu semejante como si fuera otro “yo” tuyo, te enseña a alegrarte con su felicidad como si se tratara de la tuya y a entristecerte con sus aflicciones como si fueran las tuyas. El amor hace de muchos un solo cuerpo y de sus almas vasijas del Espíritu Santo. Porque el espíritu de la paz no descansa en donde reina la división, sino en donde hay unidad de almas.

El amor nos hace mansos, porque impide la gula, el desenfreno, la envida y otras pasiones.

Si sembramos el amor en nuestros corazones, nos volveremos santos. Sí, porque fue por medio del amor que todos los santos se hicieron agradables a Dios.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumenița, pp. 138-139)