El principal interés de nuestra vida
Por medio del amor/cumplimiento de los mandamientos, el hombre se hace heredero de la vida eterna.
El cumplimiento de los mandamientos encierra un profundo misterio divino. “A todos los que lo reciben, a los que creen en Su nombre, les da el ser hijos de Dios” (Juan 1, 12). Por eso, los Santos Padres dicen que Dios se halla detrás de los mandamientos o que Dios es la esencia de las virtudes. En la misma medida en que el hombre cumple con los mandamientos divinos, la fuerza divina que hay en él se hace más evidente; con cualquier buena acción que ejecute, más se notará el rasgo divino de su interior, asemejándose cada vez más a Dios, volviéndose hijo Suyo, y deviniendo en heredero de la vida eterna. Dios no obliga al hombre y mucho menos le ordena amarle. Sin embargo, por medio del amor/cumplimiento de los mandamientos, el hombre se hace heredero de la vida eterna. Y ya que Dios ha preparado Su Reino para el hombre, desde la fundación del mundo, y desea que todos lo obtengamos, nos ordena: “Sed perfectos”, “Sed santos”, “Sed misericordiosos, como lo es el Padre Celestial, para que estéis para siempre con Él”. Luego, el cumplir con los mandamientos no es una deuda para con Dios, como ocurre con los mandatos humanos, sino un deber para con nosotros mismos, constituyendo el principal interés de nuestra vida.
(Traducido de: Protosinghel Petroniu Tănase, Ușile pocăinței - meditații duhovnicești la vremea Triodului, Doxologia, Iași, 2011, p. 25)