En la acción de las pasiones, como en cualquier otro vicio, se puede observar una lógica bien cohesionada. En un primer momeneto, las pasiones actúan en silencio, espiritualmente; después, en un nivel más avanzado, empiezan a transformar el alma del hombre, tanto desde un punto de vista emocional como en su propia estabilidad. Finalmente, toda la vida física del individuo cambia.

Usemos nuevamente el ejemplo del alcoholismo: al principio es un simple vicio que gradualmente hace que al hombre se le dificulte pensar con claridad o en otra cosa que no sea la bebida; fuera de esto, el hombre sigue estando “sano”. Posteriormente, el vicio se convierte en una penosa enfermedad, para después causarle al hombre terribles dolores de cabeza y alucinaciones. En su etapa final, el alcoholismo empuja al hombre a la cirrosis. Algo así es el proceso de desarrollo de cada pasión.

(Traducido de: Protoiereul Vladimir Vorobiev, Duhovnicul și ucenicul, Editura Sophia, București, 2009, p. 25)