El sentido de una vida verdaderamente cristiana
El verdadero propósito de nuestra vida cristiana es este: obtener el Espíritu de Dios; todo lo demás, como la oración, el ayuno, las vigilias, la caridad y las otras buenas obras que realizamos por Cristo son solamente medios para la obtención del Espíritu Santo.
¡Así son las cosas, alegría mía! El verdadero propósito de nuestra vida cristiana es este: obtener el Espíritu de Dios; todo lo demás, como la oración, el ayuno, las vigilias, la caridad y las otras buenas obras que realizamos por Cristo son solamente medios para la obtención del Espíritu Santo.
¿Pero cómo se obtiene el Espíritu Santo? ¿Podría explicármelo?
Es una forma de ganancia, un beneficio. ¿Entiendes, alegría mía, qué significa “obtener”? El propósito de la vida terrenal, para la mayoría de personas, consiste en ganar dinero; para otros, con intereses más elevados o nobles, en alcanzar distintos honores, la honra y demás recompensas al servicio de su nación. La obtención del Espíritu Santo es también una ganancia, sólo que una bendecida y eterna, que se alcanza por los mismos medios. Nuestro Señor, Dios-Hombre, Jesucristo, asemeja nuestra vida a un mercado, una plaza, llamando a nuestros actos una forma de “comercio”, al decir: “Compren, hasta que vuelva, compren algo de tiempo, porque vienen días difíciles”. ¿Qué significa esto? “Compren tiempo para alcanzar los bienes celestiales, con la ayuda de los bienes terrenales”. Y nuestra “mercancía” terrenal son las buenas obras realizadas por amor a Cristo, que nos procuran la Gracia del Espíritu Santo.
(Traducido de: Sf. Serafim de Sarov, Viața, nevoințele și învățăturile, Mănăstirea Sihăstria, 2002, p. 328-329)