Palabras de espiritualidad

El testamento de un asceta para su amigo

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

Con una voz apagada, solamente con el eco de su respiración, dirigiendo la mirada al Cristo Crucificado, alcanzó a articular: Amor, hermano, amor...”

«Mientras tanto, las oraciones y el salmo “Dichoso el justo” habían terminado. Dirigí unas palabras de aliento a los presentes y ellos me dieron a conocer una orden de mi amigo, hacia quien me volví.

—¿Cómo se siente usted? —le pregunté al oído.

Sonrió. Y respondió, con mucho trabajo, de manera casi inaudible:

—Me voy... “Porque ninguno vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, vivamos o muramos, somos del Señor.” (Romanos 14, 7-8). Tú sólo guarda el testamento, el amor...

Y calló. Luego de unos instantes, dijo::

—Amor, hermano...

Y nuevamente se quedó en silencio.

Yo lloraba. Con un profundo suspiro, hizo un último esfuerzo en concentrar las fuerzas que le abandonaban y alzó la mano derecha, como si quisiera decirme algo. Inclinándome hacia él, esperé a que me hablara. Un silencio profundo reinaba en la celda. Con una voz apagada, solamente con el eco de su respiración, dirigiendo la mirada al Cristo Crucificado, alcanzó a articular:

—Amor, hermano, amor...

Y dejó caer pesadamente la mano sobre su pecho. Cerró los ojos, extenuado. Respiraba profundamente. Los demás monjes contemplaban la escena.

—Se acerca —le dije yo.

—Sí.

—¿Está todo preparado para el funeral? —agregué.

Él movió la cabeza asintiendo.

—¿Un sacerdote? —pregunté.

Me señaló al más anciano, el mismo que le había dado la Santa Comunión antes de que yo llegara, según me contaron después.

En un momento dado, el rostro del asceta se iluminó. Abrió los ojos, movió la cabeza como saludando, y balbuceando un “¡Ven! Amén”, entregó su santa alma... ».

(Traducido de: Teoclit Dionisiatul, Dialoguri la Athos, Vol. I – Monahismul aghioritic, traducere de Preot profesor Ioan I. Ică, Editura Deisis – Mănăstirea Sf. Ioan Botezătorul, Alba Iulia, 1994, pp. 165-166)