Palabras de espiritualidad

El trabajo de la salvación empieza con nosotros mismos

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

Casi siempre preferimos enseñar a los demás, esforzándonos no solo en convencerlos de nuestras ideas, sino también en demostrárselas con diversos argumentos y hacer que cambien sus propias convicciones.

Nuestra salvación depende de nuestra fe y nuestra esperanza en la misericordia de Dios, de nuestra voluntad para abandonarnos en Sus santas manos.

Sin el reproche de uno mismo, la humildad, la paciencia y el amor, es imposible salvarse; con estos medios, la lucha espiritual se hace más sencilla y las trampas que nos planta el enemigo se disipan. (San Macario)

Es posible salvarse en cualquier sitio, solamente hay que mantenerse con el Señor. Aférrate a Su túnica y Él no te abandonará. (San Barsanufio)

¡Cuánto tenemos que bregar, cuánto tenemos que luchar, cuántas privaciones, enfermedades y tribulaciones debemos soportar para alcanzar el descanso eterno en los Cielos! ¡Pero muchos de nosotros aún creemos que, viviendo entre lujos y comodidades, tendidos en nuestro suave lecho, podremos entrar al Reino de Dios! (San Antonio)

Tienes que estar atento a tu salvación mientras tengas vida. Es decir, tienes que esforzarte a toda costa en obrar las virtudes. Insisto, tienes que esforzarte mucho, porque solamente así se puede alcanzar el Reino de los Cielos. (San José)

Cada uno de nosotros debe cuidar más de sí mismo, de su alma y de su propio provecho espiritual, porque, según las palabras del Apóstol, cada uno dará cuenta de sí mismo ante Dios. Pero esto es justamente lo que nos confunde: casi siempre preferimos enseñar a los demás, esforzándonos no solo en convencerlos de nuestras ideas, sino también en demostrárselas con diversos argumentos y hacer que cambien sus propias convicciones.

(Traducido de: Ne vorbesc Stareții de la Optina, Editura Egumenița, 2007, pp. 223-224)