Los retoños que no dan fruto son separados de la viña; de igual manera, los cristianos que no dan frutos buenos se alejan de Cristo. El vástago separado de la viña, se seca. De igual forma, el cristiano alejado de Cristo pierde su vida espiritual y su alma se marchita. El vástago seco deja de ser útil, por lo que es arrojado al fuego. De la misma manera, el cristiano que se separa de Cristo y se ha marchitado espiritualmente, es arrojado a las llamas eternas.

“Permanezcan en Mí como Yo en ustedes. Una rama no puede producir fruto por sí misma si no permanece unida a la vid; tampoco ustedes pueden producir fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí, no pueden hacer nada. El que no permanece en mí lo tiran y se seca; como a las ramas, que las amontonan, se echan al fuego y se queman” (Juan 15, 4-6).

(Traducido de: Sfântul Tihon din Zadonsk, Comoară duhovnicească, din lume adunată, Editura Egumenița, Galați, 2008, p. 51)