¿Qué hay de asombroso en el hecho de tener debilidades, defectos? ¿Quién no los tiene? Sin embargo, el espíritu de la blasfemia y el de la duda probablemente sea el primero de todos, porque te impide ocuparte de los otros. La blasfemia y la incredulidad nos hacen sentirnos como si la tierra se sacudiera bajo nuestros pies. Y quien siente esto, cae inmediatamente, debido a el aturdimiento. Esfuérzate, entonces, en vencerlo y apartarlo. Así, todas las demás debilidades desaparecerán.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Sfaturi înţelepte, Editura Egumeniţa, Galaţi, p. 135)