¿Es posible encontrarnos con nuestra alma gemela... y no reconocerla?
Ocurre a veces que la persona no ve lo que Dios le está enviando y no recibe ese don como tal. Esto tiene lugar cuando el alma está llena de algo que cree es amor, pero que en realidad no sino una pasión enfermiza por alguien más; así, la persona dibuja en su alma una imagen ficticia del “elegido”, quien, la mayoría de las veces, le rechaza.
He conocido muchos casos de personas que, a pesar de ser agradables físicamente y estar sanas, terminan quedándose solas. ¿Es culpa de estas personas —al haber rechazado a alguien— por no haber sabido ver el don que se les enviaba, o todo se trata de la voluntad de Dios, por su propio bien?
Ocurre a veces que la persona no ve lo que Dios le está enviando y no recibe ese don como tal. Esto tiene lugar cuando el alma está llena de algo que cree es amor, pero que en realidad no es sino una pasión enfermiza por alguien más; así, la persona dibuja en su alma una imagen ficticia del “elegido”, quien, en la mayoría de casos, le rechaza. Todo esto la lleva a caer en una melancolía tal, que le impide ver a quien está siempre a su lado, y con quien bien podría fundar una familia.
No en vano dice San Pablo Apóstol: “Ahora vemos por espejo, oscuramente...” (I Corintios 13, 12), y sólo en la vida futura, cuando “Dios sea todo en todos” (I Corintios 15, 28), Su Providencia nos revelará claramente todos los detalles de la vida de cada uno.
No nos asombre, pues, por qué algunas mujeres virtuosas no han conseguido casarse, y es que Dios sabe qué clase de tentaciones podrían haber enfrentado y cómo todo esto hubiera afectado su carácter. Por eso, un cristiano verdadero es quien, en todas las situaciones de su vida, pone su confianza en la Divina Providencia.
(Traducido de: Preot Maxim Kozlov, Familia – ultimul bastion: răspunsuri la întrebări ale tinerilor, traducere din limba rusă de Eugeniu Rigoti, Editura Sophia, București, 2009, pp. 18-19)