¿Es posible perseverar en la “Oración de Jesús”, en las condiciones el mundo actual?
Debemos perseverar con humildad, según nuestras posibilidades, para alcanzar la oración más pura y descender con la mente al corazón, porque esto es un gran don de Dios.
¿Padre, cree usted que aún es posible encontrar monjes o laicos que practiquen con destreza la “oración del corazón”?
—Sólo Dios lo sabe. Puede ser el caso de algunos ermitaños que viven en las montañas, o en Athos. O también el de algunos de los monjes más experimentados, esos que han dedicado toda su vida al monasterio, en silencio, obediencia y humildad, quienes talvez no han recibido ninguna autoridad ni honor sobre los demás, porque, ciertamente, hay muchos (monjes) que difícilmente consiguen completar su regla de oración, debido a sus muchas responsabilidades y a la dispersión mental que padecen. Por esta razón, ni siquiera a los oficios litúrgicos asisten con asiduidad. Y si lo hacen, pierden pronto la paciencia y no ven la hora de salir afuera y regresar a sus cosas. Y yo me pregunto: si no tenemos paciencia para permanecer una o dos horas en la iglesia, u orando por nuestros pecados y glorificando a Dios, ¿cómo tendremos paciencia para permanecer una eternidad en los Cielos?
De cualquier forma, no hay que cejar en nuestro esfuerzo de avanzar en la oración, especialmente la “Oración de Jesús”. Al contrario, debemos perseverar con humildad, según nuestras posibilidades, para alcanzar la oración más pura y descender con la mente al corazón, porque esto es un gran don de Dios. La humildad del corazón complementa nuestros vacíos en la oración, y nos alza ahí a donde nos enaltece la oración más pura.
(Traducido de: Ne vorbește Părintele Cleopa, ediția a 2-a, vol. 5, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători-Neamț, 2004, p. 72)