¡Esfuérzate en cuidar de tu mente!
Nuestro Dios es fuego abrasador. Y ahí en donde hay impureza, ahí es donde te duele. Ese dolor es provocado por tu propia indignidad. Pero, con el tiempo, notarás cómo va desapareciendo...
Puedes mantener la oración en tu mente durante la enfermedad, en la debilidad, en presencia de los demás y durante los oficios litúrgicos. Sólo que, algunas veces, por esta razón, podría dolerte la cabeza. ¿Qué hacer, entonces? Porque después notarás que la amas. Mil veces más que antes. Luego, esfuérzate en unir tu pensamiento con Jesús, pero no necesariamente en la cabeza, sino dirigiéndolo un poco hacia el pecho. Entonces, ciertamente, te dolerá el pecho, pero no hay otro camino. Nuestro Dios es fuego abrasador. Y ahí en donde hay impureza, ahí es donde te duele. Ese dolor es provocado por tu propia indignidad. Pero, con el tiempo, notarás cómo va desapareciendo...
(Traducido de: Starețul Anatolie de la Optina, Ne vorbesc stareții de la Optina, Editura Egumenița, p. 111)