Está bien pedir que oren por nosotros, pero también nosotros tenemos que ponernos en acción
“Pide también tú. No olvides que los doce Apóstoles intercedieron ante el Señor por la mujer cananea, pero Él no les escuchó y ella misma imploró la misericordia de Dios, la cual se le concedió”.
Para que los fieles no vivieran en la indiferencia y evitar que pusieran toda su esperanza en el auxilio de las oraciones de los demás, el stárets solía repetir aquella frase popular: “¡Ayúdanos, Señor, pero no nos dejes de brazos cruzados!”. Y agregaba: “La sabiduría se hizo una morada…”. Además: “¡El que no sea un sabio que venga aquí!”. A los más obcecados les decía: “¡Vayan, coman mi pan y beban mi vino! ¡Se los he revelado y aún así piden poder discernir!”.
Alguien le preguntó: “Padre, ¿cómo pedir, si no es por medio de usted?”. Y él le respondió: “Pide también tú. No olvides que los doce Apóstoles intercedieron ante el Señor por la mujer cananea, pero Él no les escuchó y ella misma imploró la misericordia de Dios, la cual se le concedió”.
(Traducido de: Starețul Ambrozie de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2010, p. 158)