Ahí en donde no hay más que solaz, juegos, risas, palabreríos inútiles, música y cánticos vulgares, junto con toda clase de perfumes que aturden, en ese lugar reina la oscuridad de la mente y la perdición de hombres, mujeres y jóvenes; todo eso constituye un festejo al mismísimo demonio. ¡Ay de quienes pierdan el tiempo de esa manera! Al contrario, ahí en donde hay lectura y estudio de las Escrituras, ahí en donde se cantan los Salmos, además de la oración, las lágrimas de contrición, la compunción del corazón, la caridad, la templanza y la devoción por todas las virtudes, ahí se festeja a Dios, y reina la alegría de los santos y el júbilo de los ángeles. A quienes participen de esto último, se les abrirán las puertas del Reino de los Cielos, para que se regocijen en él para siempre.

(Traducido de: Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, p. 7)