“Existe un tiempo para el invierno del alma y un tiempo para tranquilizar la mente”
No busquemos invierno en lo estival, ni haces entre las semillas.
Si hay un tiempo adecuado para todo lo que hay bajo el cielo, así como dice Eclesiastés (3, 1), y entre todas las cosas también hay aspectos santos de nuestra vida, tengamos cuidado en buscar, en cada tiempo, lo que es de cada tiempo.
Porque hay un tiempo sin sufrimiento para los que se afanan y un tiempo de sufrimiento por la juventud de los que se esfuerzan; un tiempo de lágrimas y un tiempo de corazones fuertes; un tiempo de sumisión y un tiempo de dominio; un tiempo de ayuno y un tiempo para compartir alimentos; un tiempo para la guerra por parte del cuerpo como enemigo y un tiempo para el sosiego de esos arranques; un tiempo para el invierno del corazón y un tiempo para tranquilizar la mente; un tiempo para la tristeza del corazón y un tiempo para la felicidad espiritual; un tiempo para enseñar a los otros y un tiempo para escuchar; un tiempo para la suciedad provocada por la soberbia y un tiempo de purificación, de humildad; un tiempo de lucha y un tiempo de descanso en seguridad; un tiempo para la serenidad y un teimpo para el esparcimiento; un tiempo de oración incesante y un tiempo para el servicio sincero.
Entonces, no busquemos las cosas antes de su tiempo, dejándonos engañar por algún arranque de orgullo. No busquemos invierno en lo estival, ni haces entre las semillas. Porque el tiempo de siembra lleva esfuerzo, y el de siega trae dones indescriptibles. Pero si no actuamos así, no obtendremos nada en el momento en que debemos hacerlo.
(Traducido de: Sfântul Ioan Scărarul, Cartea despre nevoinţe, XXVI, 59, în Filocalia IX, traducere din greceşte, introducere şi note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Humanitas, Bucureşti, 2002, pp. 324-325)