¡Felices los que todo lo sufren por Cristo!
En el mundo hay muchos pobres de espíritu, pero no como deberían serlo. Muchos piadosos, pero preocupados por las cosas del cuerpo. También los hay puros de corazón, pero prestos a la vanagloria. Muchos perseguidos, pero por su forma de vivir. Muchos difamados, pero debido a sus vergonzosos pecados. Pero sólo los que todo lo sufren por Cristo, esos son realmente bienaventurados.
En el mundo hay muchos pobres de espíritu, pero no como deberían serlo. También hay muchos que lloran, pero por sus pérdidas financieras o por la muerte de algún pariente. Hay otros, mansos, pero que se llenan de vicios impuros. Hay muchos hambrientos y sedientos, pero de robar y obtener beneficios injustos. Muchos piadosos, pero preocupados por las cosas del cuerpo. También los hay puros de corazón, pero prestos a la vanagloria. Muchos perseguidos, pero por su forma de vivir. Muchos difamados, pero debido a sus vergonzosos pecados.
Pero sólo los que todo lo sufren por Cristo, esos son realmente bienaventurados. ¿Por qué? Porque suyo es el Reino de los Cielos (Mateo 5, 3), y podrán ver a Dios (Mateo 5, 8). Por eso son bienaventurados, no por lo que hacen o por lo que sufren —porque como mencioné antes, hay otros que también pasan por lo mismo—, sino porque todo lo hacen y sufren por Cristo.
(Traducido de: Sfântul Maxim Mărturisitorul, Patrusute Cugetări Creștine, traduse de Cuviosul Paisie Velicicovschi, Editura Credința Strămoșească, 1998, p. 93)