Debemos protegernos los unos a los otros, porque somos hermanos, especialmente los que practicamos la misma fe. Tenemos el ejemplo de San Joanicio el Grande, quien fuera soldado durante 20 años, habiendo vencido en todas las batallas en las que participó.  Nunca pensó en su propia vida, sino que siempre estuvo dispuesto a ofrendarla por el bien de sus semejantes.

Y Dios siempre lo protegió, y, posteriormente, cuando ya era monje, le concedió el don de iluminar a muchos y realizar milagros. Hubo muchos soldados como él. El rey David dice: “¡El bien está con aquel que no vive en pecado!”. El justo nunca actuará buscando su propio bien, sino la vida de su prójimo.

(Traducido de: Starețul Tadei de la Mănăstirea Vitovnița, Cum îți sunt gândurile așa îți este și viața, Editura Predania, București, 2010, p. 15)