Palabras de espiritualidad

La adversidad hace crecer almas fuertes y seguras

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Las almas que sufren y enfrentan las aflicciones por Dios y Su Reino eterno, se hacen fuertes como el acero. El mismo sufrimiento las torna resistentes y valientes, pacientes y llenas de esperanza.

Los árboles que han crecido en lugares sin sol y protegidos del viento pueden parecer imponentes; no obstante, son débiles y sensibles, porque no pueden resistir la furia de las tormentas. Al contrario, los árboles que son plantados en la cima de las montañas, aunque deben soportar toda clase de condiciones adversas, como ventiscas y nevadas, se vuelven más fuertes que el hierro. Lo mismo ocurre con los cuerpos que viven entre placeres y se deleitan con toda clase de comidas, se visten con ropas finas, reciben un cuidado permanente y son perfumados con fragancias caras: se vuelven frágiles, completamente incompatibles con los esfuerzos más exigentes.

Esto es justo lo que sucede con las almas que viven entre comodidades, que no enfrentan tribulaciones y sufrimientos, que se contentan con los placeres del mundo y buscan el camino de la felicidad terrenal. Estas almas se vuelven enfermizas, frágiles, blandas como la cera. Al contrario, las almas que sufren y enfrentan las aflicciones por Dios y Su Reino eterno, se hacen fuertes como el acero. El mismo sufrimiento las torna resistentes y valientes, pacientes y llenas de esperanza. Tal como una persona que se sube por primera vez a un barco, siente miedo y hasta experimenta mareos y turbación, y quienes han viajado más veces y han vivido la fuerza de las tormentas y las adversidades se mantienen serenas y no pierden el valor, así también, las almas que han conocido muchas tentaciones y se han acostumbrado al sufrimiento y al dolor, enfrentan con facilidad y brío todas las desgracias que vienen sobre ellas.

(Traducido de. Sfântul Ierarh Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumenița, Galați, p. 29)