La base del desarrollo del niño es, desde la edad más frágil, el contacto con un adulto cercano. Hasta la edad de un año, esto es una condición indispensable. Después de la Segunda Guerra Mundial, los psicólogos hicieron numerosos estudios sobre el comportamiento de los niños huérfanos, demostrándose que manifestaciones como la ostentación, el comportamiento fastidioso, el embrutecimiento exterior, la interrupción del desarrollo intelectual, y otros, aparecen en el niño, en un sólo caso: cuando no tiene suficiente contacto con un adulto. ¡Y el adulto más importante —aunque no es obligatorio que siempre sea así— es la mamá!

Lo principal es que no exista inestabilidad: hoy el niño está bajo el cuidado de un adulto, mañana, de otro, luego otro, después nuevamente el primero... Si un adulto —o dos, alternándose— cuidan del niño de forma constante, el desarrollo emocional del pequeño será uno normal.

(Traducido de: Educarea copilului: sfaturi ale duhovnicilor și psihologilor ortodocși, Traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, București, Editura Sophia, 2013, p. 110)