Palabras de espiritualidad

La belleza del diálogo entre Dios y el alma

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

“No te engañas. Soy Yo. Yo, el que vive. Yo, el que es, el que te ama. Sígueme

El episodio con la mujer samaritana se nos presenta como el diálogo entre el Señor y el alma humana, que primero se opone, pero después se somete y adora al Creador.

El Señor no quiso que la victoria le resultara fácil, mecánica, proverbial, sino libre, espontánea, brotada de una convicción precedida de las dudas, totalmente transformadora de la creyente de Samaria.

En un último análisis, semejante acto de fe tenía que ser. Y es un acto que se produce —como bien lo entendió Søren Kierkegaard— cuando el alma orante no se escucha a sí misma orando, sino a Él, quien le dice: “Sí, no te engañas. Soy Yo. Yo, el que vive. Yo, el que es, el que te ama. Sígueme. Y el alma responde sin pensarlo dos veces: “¡Amén!”.

(Traducido de: Nicolae Steinhardt, Dăruind vei dobândi, Editura Dacia, 1997, p. 46)