La caridad, amiga cercana de Dios
Cuando es pura, mucho poder tiene, porque desata las cadenas de los que están atados, destruye la oscuridad, apaga el fuego, mata los gusanos de la muerte, evitando el postrero rechinar de los dientes y abriendo, con alegría, las puertas del Cielo. Porque verdaderamente es una reina, asemejando a los hombres con Dios.
La caridad es una sabia destreza, provechosa para quienes la practican; es también amiga cercana de Dios, porque desde siempre está junto a Él y con facilidad otorga gracias; eso, si no la rechazamos nosotros mismos. Pero la encadenamos si la practicamos con bienes ajenos. Mas cuando es pura, mucho poder tiene, porque desata las cadenas de los que están atados, destruye la oscuridad, apaga el fuego, mata los gusanos de la muerte, evitando el postrero rechinar de los dientes y abriendo, con alegría, las puertas del Cielo. Porque verdaderamente es una reina, asemejando a los hombres con Dios. Dice el evangelista: “Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes.” (Lucas 6, 36).
Y es ligera, aún teniendo alas de oro, con un vuelo que embellece a los ángeles, como dice el Profeta: “alas de paloma cubiertas de plata, con sus plumas color de oro” (Salmos 67, 14). Y esa paloma nos ve con ojos generosos, bellos como no hay nada en el mundo. Bello es también el pavo real, pero nada es comparado con aquella paloma, ave hermosa y maravillosa, con alas de oro y mirada elevada, pura y de rostro blanco y sereno. Su vuelo es ligero, hacia el trono celestial. Y cuando seamos juzgados, estará ella presente, mostrándose y librándonos del castigo, cubriéndonos con sus alas. Porque este es el sacrificio que quiere Dios, de parte nuestra. Quien es digno de toda gloria, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén
(Traducido de: Proloagele, volumul 1, Editura Bunavestire, p. 240)