Palabras de espiritualidad

La caridad que no cuesta nada

  • Foto: Constantin Comici

    Foto: Constantin Comici

¡Nosotros, que nos consideramos sanos, no olvidemos a los que sufren! Que no falten en nuestras oraciones y atención; pidámosle a Dios que les envíe paciencia, consuelo, salud. ¡Debemos familiarizarnos con el dolor de nuestros hermanos! ¡Si no actuamos así, es porque no amamos! Si los olvidamos a ellos, estamos saliendo del amor de Dios.

Hay muchas formas de caridad espiritual. Por ejemplo, ayudo físicamente al que no puede trabajar o cuidar de sí mismo. ¡Hay tantos enfermos, tantos hermanos nuestros necesitan de nuestra ayuda! Consuelo al que ha perdido la esperanza. Todos sufren el embate de los pensamientos nocivos, todos tienen problemas espirituales y todos necesitan la caridad de un buen consejo, de una palabra de ánimo. Visito a los que están presos, a los enfermos, a los paralíticos, a los que no creen. Convido al que vive en error a que se confiese, purificándose así y haciéndose merecedor de la vida eterna. Ayudo a las familias que tienen conflictos, evitando que se separen. Insto a otros a hacer buenas obras, a ser solidarios con los demás. Pero, ante todo, no olvido que la caridad espiritual consiste en la oración que hacemos por todos nuestros hermanos y, en especial, por nuestros enemigos.

¡Nosotros, que nos consideramos sanos, no olvidemos a los que sufren! Que no falten en nuestras oraciones y atención; pidámosle a Dios que los llene de paciencia, consuelo, salud. ¡Debemos familiarizarnos con el dolor de nuestros hermanos! ¡Si no actuamos así, es porque no amamos! Si los olvidamos a ellos, estamos saliendo del amor de Dios. Él los priueba, para llevarlos a Su Reino, pero nosotros debemos colaborar también en esta tarea. Pensemos, ¿cuántos están agonizando (espiritualmente) en este momento? Su forma de vida los condena y su conciencia los reprende, diciéndoles, “¿Qué va a pasar contigo?” Que este dolor y esta agonía se hagan nuestras, y entonces, Dios, “Quien conoce nuestros corazones y lo que hay en nuestras entrañas” conocerá también ese amor, lo tomará y se comprometerá con él. No sólo nos recompensará en la vida eterna, sino que también en esta, pasajera, nos auxiliará en las aflicciones, iluminando a los otros para que oren por nosotros, así como lo hemos hecho antes por ellos.

(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovniceşti, traducere Pr. Victor Manolache, Editura Egumeniţa, Alexandria, 2012, pp. 57-58)