La contrición es la más sublime colaboracón del hombre con Dios… En la contrición entra el perdón a los demás, lo cual representa desterrar el mal que hay en nosotros y renunciar al resentimiento… Por la caída (en pecado) hemos llegado a creer que tenemos la “razón”. Con Dios, “tener la razón” significa “amar”. Si quiero ser feliz, necesito producir felicidad.

Empieza hoy, renunciando a cumplir al menos uno de tus deseos o caprichos. Sacrifica uno cada día, en el nombre del Señor. Luego, “¡En Tu nombre, Señor, renuncio a este deseo mío!”. El hombre cayó por sus deseos… El deseo o anhelo es la fuerza del alma con la cual buscamos a Dios… En el momento en el que deseo cualquier otra cosa, me aparto de Él.

(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Gânduri din încredințare, Editura Doxologia, Iași, 2012, p. 43)