Palabras de espiritualidad

La Cruz, símbolo humano y divino

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Vista humanamente, la Cruz es tormento, paciencia, sufrimiento, lucha en contra del mal, y ya que nada de esto puede ser evitado en esta vida, tampoco la Cruz puede serlo, porque toda persona debe cargar con su propia cruz. La recompensa del pecado es la muerte: la cruz del sufrimiento es, entonces, normal en esta vida. Por medio de Su pasión, el Señor nos ofreció, no obstante, una nueva perspectiva de la Cruz: el sufrimiento, pero no mortal, sino vital; una forma de alcanzar la alegría de la resurrección. Un poco del sufrimiento de la Cruz nos libra de la eternidad de la muerte.

La Cruz es una señal humana y divina. Es un símbolo humano, porque desde el comienzo el hombre fue creado en la imagen de la Cruz. Al ser utilizada como herramienta de tortura y castigo, la Cruz se convirtió en símbolo de dolor y de muerte. Pero cuando Cristo fue crucificado, la Cruz se convirtió en un símbolo divino, uno de victoria, de felicidad y de vida. Por eso, la Iglesia se alegra cantando: “Tu Cruz, Señor, es vida y resurrección para Tu pueblo...” (Vísperas de domingo, tono 7). Los dos significados quedaron juntos; en nuestra vida terrenal, las dos cruces se sobreponen y conforman la Cruz de nuestra salvación, Cruz que todo cristiano debe saber portar al seguir a Cristo, de acuerdo a las mismas palabras del Señor: “El que quiera seguirme, que tome su cruz y me siga” (Lucas 9, 23).

Vista humanamente, la Cruz es tormento, paciencia, sufrimiento, lucha en contra del mal, y ya que nada de esto puede ser evitado en esta vida, tampoco la Cruz puede serlo, porque toda persona debe cargar con su propia cruz. La recompensa del pecado es la muerte: la cruz del sufrimiento es, entonces, normal en esta vida. Por medio de Su pasión, el Señor nos ofreció, no obstante, una nueva perspectiva de la Cruz, un sufrimiento, no mortal, sino vital... una forma de alcanzar la alegría de la resurrección. Un poco del sufrimiento de la Cruz nos libra de la eternidad de la muerte. Por eso, Cristo espera con añoranza la Cruz, al igual que sus discípulos cantaban y se alegraban al sufrir distintos tormentos, sabiendo que, “los sufrimientos de esta vida no son dignos de a grandeza que se nos ha de revelar”.

Considerada divinamente, la Cruz es la señal del Hijo del Hombre, Su trono, símbolo de poder y de fuerza, de victoria sobre la muerte y sobre el maligno, un “arma invencible”, “vida y resurrección”. “Grande es la fuerza de tu Cruz, Señor”, se maravilla la Iglesia.

(Traducido de: Protosinghel Petroniu Tănase, Ușile pocăinței, meditații duhovnicești la vremea Triodului, Editura Mitropoliei Moldovei și Bucovinei, Iași, 1994, p. 73