La dificultad de mantener la mente concentrada al orar
Con un suspiro, susurré: “¿Ves, Señor, lo que es la mente? No puede quedarse en un solo lugar”. ¿Por qué? Porque solo así, en ese flujo continuo, puede trabajar eficientemente en la vida diaria…
Hace unos días, durante uno de los oficios litúrgicos, noté cómo mi mente recibía tres pensamientos simultáneos. Vino uno, al mismo tiempo apareció otro, justo cuando yo repetía: “Señor Jesucristo…”, y en ese mismo instante no sé qué otra idea entró en mi mente. Con un suspiro, susurré: “¿Ves, Señor, lo que es la mente? No puede quedarse en un solo lugar”. ¿Por qué? Porque solo así, en ese flujo continuo, puede trabajar eficientemente en la vida diaria. Muchas personas se lamentan conmigo que no pueden concentrarse al orar, o al participar en la Divina Liturgia. Y me doy cuenta de que ni siquiera la mía es capaz de mantenerse tranquila. Por eso, yo les respondo (a esas personas): “Querido hijo, eso no es un pecado, sino una debilidad”.
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniți de luați bucurie, Editura Teognost, 2007, p. 36)