Palabras de espiritualidad

La Divina Liturgia es la corona de todas las oraciones

  • Foto: Ioana Stoian

    Foto: Ioana Stoian

La oración que hacemos en casa es muy buena. Pero si no amamos asistir a la iglesia, no sé para qué podría sernos útil esa oración. ¿Cómo explicarlo?

Muchos argumentan que los oficios son demasiado largos, incluso la Divina Liturgia, para no asistir a la iglesia. ¿Es suficiente con la oración que hacemos en casa?

La oración que hacemos en casa es muy buena. Pero si no amamos asistir a la iglesia, no sé para qué podría sernos útil esa oración. No comprendo cuál podría ser el sentido de aquella oración doméstica. ¿Cómo explicarlo? Veamos: Noé comienza a construir su arca, pero, simultáneamente, otros empiezan a fabricarse sus propios barriles, con tal de salvarse cuando venga el diluvio. ¿Por qué no subirse al arca, que es más sólida, más segura? No es posible construirte la barca de tu salvación, utilizando un solo pedazo de madera...

El que no ama a la Iglesia, el que no ama la Divina Liturgia, que no se engañe pensando que le basta con su propia oración. No sé qué clase de espíritu le induce esa oración, si no ama la Divina Liturgia. Es absurdo. ¿Qué clase de oración es esa? La oración, si es correcta y dirigida a Dios, haciendo que Su Espíritu descienda sobre el individuo, le llevará, en primer lugar, a la Iglesia: “El Señor habita en Su morada santa”. Repito: si la persona ora correctamente, inevitablemente será remitida a la iglesia. Pero si la oración no consigue ni esto, entonces, perdónenme... Es que hay tantos que dicen que oran, “pero no todo el que dice «Señor, Señor», será aceptado”, dice el mismo Cristo.

Luego, aprendamos a calibrar la calidad de nuestra oración, verificando si nos remite a la Casa del Señor, donde Él habita, donde Él desciende y Se sacrifica, allí donde nuestros hermanos oran juntos, porque en donde dos o tres se reúnen en Su nombre, también Él viene entre nosotros.

(Traducido de: Ieromonah Savatie BaștovoiPuterea duhovnicească a deznădejdii, Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2014, pp. 42-43)