La enfermedad como escuela de vida
A veces, Dios permite la enfermedad como un sencillo medio de santificación, para ayudarnos a ser humildes y librarnos de nuestras pasiones y de todo pensamiento impuro.
La educación y la formación que recibimos en nuestra niñez juegan un importantísimo rol en nuestro desarrollo espiritual.
Nuestro temor de Dios debe asemejarse al de un hombre desarmado que debe enfrentarse a los leones. Nuestro amor a Dios debe ser tan fuerte como el de un enamorado por su prometida.
Cuando veamos a un hombre juicioso enfermo, no nos afanemos maliciosamente en entender por qué Dios permite esto. Mejor ayudémoslo a sanar, con un amor simple e inocente, como si nosotros estuviéramos en su lugar, como si fuera nuestro compañero de lucha, herido en la batalla.
Hay enfermedades que nos liberan, y hay otras que nos hacen humildes. Nuestro Buen Dios, viendo nuestra persistente falta de fervor por el esfuerzo ascético, permite la enfermedad como un sencillo medio de santificación, para ayudarnos a ser humildes y librarnos de nuestras pasiones y de todo pensamiento impuro.
Todo lo que nos ocurra espiritual y físicamente puede ser enfrentado de buena o mala manera, o con indiferencia.
(Traducido de: Glasul Sfinţilor Părinţi, traducere de Părintele Victor Mihalache, Editura Egumeniţa, 2008, p. 133)