La enfermedad y su estrecho vínculo con el pecado
Es evidente que, en la mayoría de casos, el pecado es la causa de la enfermedad. Cuando el Señor perdona los pecados, también las enfermedades son sanadas.
¡Cuánto tendríamos que recordar, permanentemente, los relatos evangélicos sobre las sanaciones obradas por nuestro Señor Jesucristo en distintas personas! Usualmente, antes del sanar a alguien, el Señor decía: “¡Hijo, tus pecados te son perdonados!” (Marcos 2, 5), después de lo cual le libraba del padecimiento que le aquejaba. Acordémonos de aquel hombre, enfermo desde hacía más de treinta años, quien, después de ser sanado, fue al templo y se encontró con el Señor, Quien le dijo: “Mira, has sido curado. No peques más, para que no te suceda algo peor” (Juan 5, 14).
Luego, es evidente que, en la mayoría de casos, el pecado es la causa de la enfermedad. Cuando el Señor perdona los pecados, también las enfermedades son sanadas. No hay duda de que los pecados son la causa de las demás tribulaciones, como lo deja en claro la Biblia, presentándonos una gran cantidad de ejemplos.
(Traducido de: Sfântul Ierarh Serafim Sobolev, Făcătorul de minuni din Sofia, Predici, Editura Adormirea Maicii Domnului, București, 2007, pp. 98-99)