La entonación de la Doxología en los oficios litúrgicos de nuestra Iglesia
La Doxología es la respuesta de la Iglesia entera a la exaltación de Dios que hace el sacerdote: “¡Gloria a Ti, que nos mostraste la luz!”.
La Doxología o Slavoslovia constituye uno de los cantos más antiguos, presente en el oficio de los Maitines ya desde los tiempos de la Iglesia primaria.
En la forma en que se nos presenta actualmente, la Doxología es un himno de carácter trinitario, es decir que ha sido compuesto para honrar y glorificar a la Santísima Trinidad. No obstante, en el pasado se entonaba en el servicio divino público de cada día en su forma original y más simple: el de himno de los ángeles, según las palabras expresadas en el Evangelio según San Lucas (II, 14): “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres…”.
Un testimonio de la existencia de esta forma primigenia la encontramos en la obra Constituciones apostólicas (libro VIII, cap. 13), comprendida en la estructura de la Divina Liturgia, inmediatamente después de la entoncación del “Único es el Santo, único el Señor”. Sin embargo, en el mismo documento, pero en otro lugar (libro VII, cap. 47 y 48), la encontramos ya enriquecida, muy cercana a la forma actual, como un himno de glorificación presentado a Dios Padre y a Dios Hijo. Esta modificación se debe a las discusiones de la época (siglo IV) sobre la Persona de nuestro Señor, provocadas por los arrianos, quienes sostenían que Cristo no tiene un carácter divino, sino que es un ser creado. Así, el himno de la Doxología, en su versión ampliada, vino a combatir dicha herejía.
Luego de un tiempo, debido a la herejía neumatómaca de Macedonio, la Iglesia agregó la mención al Espíritu Santo, la tercera Persona de la Santísima Trinidad (“Señor, Rey celestial, Dios… y Espíritu Santo”), haciendo que el himno adquiriera un carácter puramente trinitario, convirtiéndose en un instrumento de la lucha de la Ortodoxia en contra de las herejías referentes a la Santísima Trinidad.
Antiguamente, la Doxología se cantaba en el momento del amanecer. De hecho, esta costumbre se conserva en la mayoría de las iglesias de la actualidad, cuando los presentes glorifican a Dios y le agradecen tanto por la luz natural, que empieza a “nacer” en el exterior mientras todos los presentes oran y cantan, como por la luz espiritual, traída a nosotros por nuestro Señor Jesucristo con Su Encarnación en la Santísima Virgen. La Doxología es la respuesta de la Iglesia entera a la exaltación de Dios que hace el sacerdote: “¡Gloria a Ti, que nos mostraste la luz!”.