Los hombres hablan de poder. Pero no hay nadie tan poderoso como Cristo. Los hombres hablan de grandeza. Pero no hay nadie tan grande como Cristo.

Los hombres hablan de bondad. Pero no hay nadie tan generoso como Cristo. Los hombres hablan del asombro. Pero no hay nadie tan asombroso como Cristo. Los hombres hablan de gloria. Pero no hay nadie tan glorioso como Cristo.

En este mundo nadie puede tener una gloria duradera y legítima, sino es la de Cristo y por medio de Él. Porque, por Su Pasión y Crucifixión, Él recibió todas las coronas de la gloria, y las reparte a quien quiere. Suya es la gloria imperecedera y Suyas son las coronas de la gloria que no tiene fin.

Toda gloria fuera de Cristo no es sino pasajera y mentirosa, hasta peligrosa. En la medida en que un enemigo de Cristo sea glorificado por parte de los hombres, en esa misma medida será su castigo en el mundo de las tinieblas y el rechinar de dientes. Mientras más grande sea el número de personas que enaltecen a tal individuo, más grande será el número de demonios que se preparen para arrebatarle el alma y llevársela a sus pestilentes cavernas.

(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Prin fereastra temniței, Editura Predania, 2009, p. 53)