La falsa gratitud tiene lugar cuando, al recibir de Dios dones espirituales y materiales abundantes, pero inmerecidos, le damos gracias con la boca, pero los usamos solo en nuestro propio beneficio, sin participarlos a los demás. Sí, muchas veces sucede que, después de haber recibido los dones divinos, los escondemos en lugares secretos, en cofres o en estanterías, privando así a muchos de nuestros hermanos de dicha enseñanza espiritual, de una palabra provechosa, de consuelo o de alimento, bebida, vestido, techo, atención médica o incluso de la posibilidad de desplazarse de un lugar a otro para obtener lo necesario. Se trata de una gratitud hipócrita y opuesta a Dios. ¿Y qué significa eso? Que das gracias a Dios con la boca, pero con tus obras te muestras desagradecido e inmoral. ¡Y cuántos de nosotros no somos de esos “agradecidos”, que en realidad no son más que unos desagradecidos!

(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, p. 352)