La Gracia de Dios y nuestra rutina como cristianos
La Gracia proviene de todo bien, pero especialmente del amor al prójimo.
A realizar el bien nos ayuda el Señor; para obrar el mal, los enemigos. Sin embargo, esto depende también de nuestra propia voluntad. Por eso, debemos esforzarnos en practicar el bien, conociendo nuestras propias capacidades. Debemos aprender a conocer nuestra alma, para poder comprender lo que nos es útil. Para algunos es provechoso orar mucho, para otros, leer o escribir. Es útil leer, ciertamente, pero es mejor orar sin distraerte... pero aún mejor es el llanto (de contrición). Que cada uno haga lo que el Señor le otorgue. No obstante, lo primero que debemos hacer al levantarnos es agradecerle a Dios, arrepintiéndonos después y orando suficientemente. Después podremos leer, para que nuestra mente descanse. Al terminar, oremos nuevamente y sólo después empecemos a trabajar. La Gracia proviene de todo bien, pero especialmente del amor al prójimo.
(Traducido dE: Sfântul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smereniei, Editura Deisis, 2001, p. 155)