La importancia de llevar una “contabilidad” espiritual
Esfuérzate en sanar y pon un centinela en la entrada de tu corazón, para que no vuelvas a padecer de lo mismo.
Somos negociantes espirituales, hermanos, semejantes a los comerciantes de las cosas del mundo. El comerciante contabiliza cada día sus ganancias y sus pérdidas. Y, cuando observa que ha tenido pérdidas, se esfuerza y procura recuperarse.
También tú, amado hijo, cada día, en la mañana y en la noche, recógete en el interior de tu corazón y haz cuentas, diciéndote: “¿He ofendido hoy al Señor? ¿He perdido el tiempo hablando banalidades? ¿He difamado a mi semejante? ¿He enfadado a mi hermano? ¿He murmurado en contra de alguien? ¿He dejado que mi mente volara a las cosas del mundo, mientras yo oraba con mi boca? ¿Me he deleitado con los apetitos del cuerpo? ¿Me he dejado vencer por las preocupaciones de este mundo?”.
Si así fuera, esmérate en enmendarlo todo. ¡Suspira, llora... con tal de no volver a caer!
Por la mañana, piensa y repite: “¿Cómo he pasado esta noche? ¿Acaso obtuve alguna ganancia para mi negocio? ¿Es que mi mente pudo velar junto con mi cuerpo? ¿Han llorado mis ojos? ¿O dejé que me venciera el sueño mientras oraba? ¿He permitido que los pensamientos maliciosos se me acercaran y me he regocijado en ellos?”.
Si así fuera, esfuérzate en sanar y pon un centinela en la entrada de tu corazón, para que no vuelvas a padecer de lo mismo.
(Traducido de: Sfântul Efrem Sirul, Cuvinte și învățături, volumul I, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, p. 142)