Palabras de espiritualidad

La interminable lucha con los pensamientos y el orgullo como causa de los mismos

  • Foto: Tudorel Rusu

    Foto: Tudorel Rusu

Si el principiante se esfuerza más allá de sus propias capacidades y se aturde, sin poder entender lo que lee y lo que dice en sus plegarias, careciendo de un “capital” espiritual, ¿cómo podrá avanzar y dar frutos?

Cuando velo con perseverancia, me vienen muchos malos pensamientos. Esto me entristece mucho, porque la mayoría de las veces no los puedo apartar. ¿Qué debería hacer?

—O es que tu vigilia, hermano, la haces con orgullo, o esforzándote más allá de tus propias capacidades. Nada de esto es correcto. Por eso, esmérate en que tu esfuerzo no sea seco y no provoque sentimientos falsos, tanto en ti como en los demás que te ven, llevándote al engaño.

¿Cuántas horas debo dormir? San Arsenio el Grande dice que con una hora es suficiente.

—Una hora es suficiente, pero para el asceta. Yo te recomendaría lo mismo... si fueras como San Arsenio. Yo pienso que el principiante, cuando no se halle librando una lucha con el cuerpo, tendría que dormir y comer con discernimiento, para no asemejarse a un polluelo aturdido, en constante peligro de ser devorado por un gavilán. Porque, si (el principiante) se esfuerza más allá de sus propias capacidades y se aturde, sin poder entender lo que lee y lo que dice en sus plegarias, careciendo de un “capital” espiritual, ¿cómo podrá avanzar y dar frutos? Por el contrario, cuando esté librando una guerra con su cuerpo, antes de chocar con las fuerzas del cuerpo necesitará conocerse bien y determinar si no es culpa de su propia vanidad o de su propia mente, y no su cuerpo. Esto lo podemos observar cuando, por ejemplo, hacemos una pequeña ascesis (como recluirnos y velar) y le pedimos a Dios que nos ayude, pero Él no lo hace. Esto significa que en alguna parte tenemos una “fuga”.

(Traducido de: Cuviosul Paisie AghioritulEpistole, Editura Evanghelismos, pp. 162-163)