Palabras de espiritualidad

La labor del cristiano y el valor de su esfuerzo

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

El cristianismo no se puede entender teóricamente, sino solamente si vivimos los mandamientos. El cristianismo es vida, es experimentar, es una labranza espiritual.

“¿Para qué se necesita el esfuerzo voluntario en nuestra vida?”, preguntó el teólogo.

El monje Crisóstomo pareció no escuchar la pregunta, pero luego de unos momentos se incorporó levemente, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Dirigió la mirada al cielo y se puso las manos sobre el pecho, formando una cruz con ellas. Después, hizo el ademán de cambiar de postura para sentarse, y se quedó inmóvil, como ausente.

Padre Crisóstomo, aún no me ha respondido, insistió el teólogo.

—¿Cuál pregunta, amado hijo? ¿Qué me preguntaste?, dijo el monje, con un profundo tono de asombro, como si recién volviera de su ensimismamiento, mientras su rostro parecía “el de un ángel” (Hechos 6, 15).

Le pregunté para qué necesitamos esforzarnos voluntariamente...

—¿Pero no fue este nuestro tema inicial, amado hijo? Sinceramente, me pones en una tesitura muy complicada con semejantes cuestionamientos. Es como si vinieras y me preguntaras: “¿Para qué existe la cruz en nuestra vida?”. Además, ni el análisis teórico de la importancia del esfuerzo voluntario podrá ofrecerte la respuesta que necesitas, porque el esfuerzo no es una teoría, sino un modo de vida. El cristianismo no se puede entender teóricamente, sino solamente si vivimos los mandamientos. El cristianismo es vida, es experimentar, es una labranza espiritual. Cristo no formuló teorías superiores. Él nos dejó solamente el bosquejo de lo que debe ser la vida del alma. Cuando exaltamos lo bello y supremo que nos dice el Santo Evangelio, debemos pensar en qué medida lo vivimos y lo sentimos. Cuando amemos al Señor y “hayamos crucificado nuestro cuerpo con sus pasiones y apetencias” (Gálatas 5, 24), quizás seremos capaces de entender “el gran misterio de la devoción (del cristianismo)” (I Timoteo 3, 16), del cual nos habla Él. Solo entonces podremos penetrar en el verdadero sentido de aquellas palabras: “Jesús hizo también otras muchas cosas. Pero, si se escribieran una por una, creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros” (Juan 21, 25).

(Traducido de: Teoclit DionisiatulDialoguri la Athos, Vol. I – Monahismul aghioritic, traducere de Preot profesor Ioan I. Ică, Editura Deisis – Mănăstirea Sfântul Ioan Botezătorul, Alba Iulia, 1994, pp. 111-112)