La lección que nos da un árbol caído
“La arrogancia precede a la ruina; el espíritu altivo a la caída” (Proverbios 16, 18).
Si, al pasear por el bosque, encontramos caído algún árbol vetusto, vencido por las tormentas más fuertes, tomémoslo como una lección para no confiarnos tanto en nuestras propias fuerzas ni en nuestra destreza para ciertas cosas, recordando que está escrito: “La arrogancia precede a la ruina; el espíritu altivo a la caída” (Proverbios 16, 18).
Y si encontramos algún árbol, viejo también, pudriéndose por el paso de los años, o cayéndose a pedazos, meditemos: Si esos árboles —que han vivido tantos años y han resistido toda clase de inclemencias— ahora yacen pudriéndose y convirtiéndose en nada, nosotros, que somos “hieba y flor del campo” (Salmos 102, 15) en esta vida, ¿cómo no habríamos de ser más débiles y efímeros en nuestro paso por este mundo?
(Traducido de: Părintele Ilie Cleopa, Opt cuvinte despre minunile lui Dumnezeu din zidiri, Editura Episcopiei Romanului şi Huşilor, Roman, 1996, p. 38-48)