Palabras de espiritualidad

La lucha contra los malos pensamientos y el auxilio divino

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Estas dos cosas, el nombre de Jesús y el calor del corazón, queman la cizaña de los malos pensamientos, alejándolos de la mente.

Además de despreciar y rechazar malos pensamientos, es necesario apartarlos, lo cual no se puede lograr sino por medio de la oración. San Gregorio el Sinaíta escribió un capítulo entero, titulado: “De cómo alejar los malos pensamientos”, en el cual leemos lo siguiente: “Es imposible que el principiante consiga apartar los malos pensamientos, si Dios no le ayuda. Porque solamente los fuertes pueden luchar y alejar los pensamientos. Pero es que ni estos lo logran por sí mismos, sino con la participación de Dios, utilizando todas Sus armas. Así, hermano, cuando sientas que vienen a ti esos malos pensamientos, llama a nuestro Señor Jesucristo con insistencia y fervor, y verás cómo esos pensamientos van desapareciendo. Porque, incapaces de soportar el calor del corazón que proviene de la oración, huyen como si algo los calcinara”.

El nombre de nuestro Señor Jesucristo azota al demonio, y la presencia de la Gracia Divina produce un calor gratífico en el corazón. Estas dos cosas, el nombre de Jesús y el calor del corazón, queman la cizaña de los malos pensamientos, alejándolos de la mente. A aquel que carece de las fuerzas necesarias para orar, San Gregorio el Sinaíta le dice: Quien no posea la virtud de la oración, puede vencer a los malos pensamientos de otra manera, imitando a Moisés. ¿Cómo? Elevando sus manos y su mirada al Cielo, para que Dios Mismo venga a ahuyentar esos pensamientos”. También San Hesiquio el Sinaíta nos aconseja: “Siempre que sintamos que se multipican en nosotros los malos pensamientos, invoquemos a nuestro Señor Jesucristo, y veremos cómo se disipan como el humo en el aire, tal como nos lo enseña la experiencia”.

El hombre no puede librarse de los pensamientos diabólicos por sí mismo. Aunque nos consideremos juiciosos, tenemos que ignorar todo pensamiento y poner toda nuestra esperanza en Dios, rogándole: “Señor, te pido que dispongas de todo según Tu deseo y Tu voluntad”. Esta cita es muy significativa, sabiendo que, en momentos de tentación, muchos tratan de enfrentarla por sus propios medios, pero su razón no puede disipar los pensamientos que les inspira el mismo demonio, por mucho que se esmere. No olvidemos que, en la lucha contra los pensamientos perversos, no estamos enfrentándonos simplemente a un mal pensamiento, sino al maligno.

(Traducido de: Mitropolitul Hierotheos VlachosPsihoterapia ortodoxă: știința sfinților părinți, traducere de Irina Luminița Niculescu, Editura Învierea, Arhiepiscopia Timișoarei, 1998, pp. 271-272)