Palabras de espiritualidad

La lucidez, inseparable de la oración

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Cuando, por la lucidez, mantenemos una oración pura, avanzamos en la virtud. Sin embargo, cuando no estamos atentos y desvirtuamos nuestra oración, avanzamos en el mal.

Hay tres clases de oración, por medio de las cuales el alma se enaltece o se desmorona. Se enaltece, cuando las utiliza de la forma debida y en el momento adecuado. Se demorona, cuando las utiliza incorrectamente y en el momento erróneo. Sin embargo, antes de referirnos con detalle a estos aspectos, es importante subrayar que la oración debe estar estrechamente ligada a la atención, esa que los padres llaman “lucidez”, tal como el cuerpo y el alma están estrechamente relacionados entre sí. Así como el cuerpo no puede vivir sin el alma, la oración no puede existir sin la lucidez.

Para que la oración produzca frutos y resultados, debe ser precedida por la lucidez. Esta le librará de todo enemigo invisible, haciendo frente al pecado y los malos pensamientos, que tanto suelen asediar al alma. La lucidez debe ser seguida de la oración, para que mate inmediatamente todos los pensamientos viles, mismos que la lucidez acaba de desarmar. Porque la lucidez sola no puede matar a los enemigos. Solamente los detiene, para que luego venga la oración y los extermine.

La vida o la muerte del alma dependen de esa lucha de la lucidez y la oración. Cuando, por la lucidez, mantenemos una oración pura, avanzamos en la virtud. Sin embargo, cuando no estamos atentos y desvirtuamos nuestra oración, avanzamos en el mal.

(Traducido de: Sfântul Simeon Noul Teolog, Miezul înțelepciunii Părinților, Editura Egumenița, Galați, p. 77)