Palabras de espiritualidad

La luz de la Ley de Dios

  • Foto: Stefan Cojocariu

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Si este cirio divino brilla sin cesar ante nosotros y nos ilumina día y noche, todo el tiempo avanzaremos como si fuera de día y podremos distinguir el bien del mal, lo provechoso de lo dañino, la virtud de la pasión.

Cuando en casa arde un cirio o entra la luz del día, con facilidad puedes ver todo lo que hay dentro y distinguir todo, como las cosas buenas de las malas. Lo mismo ocurre con aquel ante quien permanentemente brilla el cirio de la Ley de Dios, alumbrándole los ojos de la mente, como dice el salmista: “Tu palabra es una luz para mis pies, y una antorcha para mi camino” (Salmos 118, 105).

Si este cirio divino brilla sin cesar ante nosotros y nos ilumina día y noche, todo el tiempo avanzaremos como si fuera de día y podremos distinguir el bien del mal, lo provechoso de lo dañino, la virtud de la pasión y, al mismo tiempo, con la ayuda del Señor, no sufriremos daño alguno.

Recuerda, cristiano, que se te dijo, “en la ley del Señor pon tu amor y en ella medita noche y día” (Salmos 1, 2) y “dentro de tu corazón conserva las órdenes” del Señor, “para no pecar nunca” contra Él (Salmos 118, 11).

Así es como nos exhorta Dios: “Leerás continuamente el libro de esta Ley y lo meditarás para actuar en todo según lo que dice. Así se cumplirán tus planes y tendrás éxito en todo” (Josué 1, 8).

(Traducido de: Sfântul Tihon din Zadonsk, Dumnezeu în împrejurările vieţii de zi cu zi, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, p. 96)