La Madre del Señor, prefigurada en la vara de Aarón
Grande y maravilloso fue el milagro obrado por el Señor con la vara de Aarón, pero aún más grande y más prodigioso fue el milagro de la concepción, la encarnación y el Nacimiento del Niño Cristo, Dios-Hombre, en la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen María.
Dios el Señor certifica el sacerdocio de Aarón con un grandísimo y maravilloso milagro.
El Señor le ordenó a Moisés: “Ordena a los israelitas que cada jefe de tribu te traiga una vara, es decir, doce varas. Escribe los nombres de los jefes en sus respectivas varas. En la vara de Leví escribirás el nombre de Aarón, pues habrá una vara por cada jefe de tribu. Las depositarás luego en la Tienda de la Reunión, delante del Testimonio, donde Yo me comunico contigo. El hombre cuya vara florezca, ése es Mi elegido; así los israelitas no hablarán ya mal de vosotros delante de Mí”.
Moisés se lo ordenó a los israelitas, y todos sus jefes trajeron cada uno su vara: doce varas. En medio de todas estaba la de Aarón. Moisés las puso delante del Señor en la Tienda del Testimonio. Al día siguiente, cuando Moisés vino a la Tienda del Testimonio, a la vara de Aarón, la de la casa de Leví, le habían brotado vástagos, había florecido y había producido almrendras. Moisés retiró todas las varas de la presencia del Señor y las mostró a todos los israelitas. Éstos constataron lo ocurrido, y cada uno tomó su vara. El Señor dijo a Moisés: “Vuelve a poner la vara de Aarón delante del Testimonio y consérvala como señal para los hijos rebeldes, para que cesen sus quejas contra Mí y no mueran”. Moisés y Aarón hicieron lo que les dictó el Señor (Números 17).
Grande y maravilloso fue el milagro obrado por el Señor con la vara de Aarón, pero aún más grande y más prodigioso fue el milagro de la concepción, la encarnación y el Nacimiento del Niño Cristo, Dios-Hombre, en la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen María.
(Traducido de: Protos. Nicodim Măndiță, Minunile Maicii Domnului, Editura Agapis, 2001, p. 13)